Sistema Nervioso Autónomo (SNA)

El sistema nervioso autónomo regula de forma amplia y constante casi todos los sistemas de órganos del cuerpo.

Sistema Nervioso Autónomo (SNA)

Publicado el: 1 de junio de 2025

¿Qué es el Sistema Nervioso Autónomo (SNA)?

El sistema nervioso autónomo (SNA) forma parte del sistema nervioso periférico y se encarga de regular funciones involuntarias del cuerpo, como la frecuencia cardíaca, la respiración, la digestión y la presión arterial. Este sistema actúa de forma automática y constante para mantener el equilibrio interno del organismo, conocido como homeostasis.

Se compone de dos ramas principales:

  • Sistema simpático, que activa mecanismos de alerta ante situaciones de estrés o peligro, preparando al cuerpo para la acción (respuesta de “lucha o huida”).
  • Sistema parasimpático, que favorece la relajación, el descanso y la digestión, restaurando la energía y promoviendo procesos de recuperación.

Ambas ramas trabajan de forma complementaria para adaptar las respuestas fisiológicas del cuerpo a las necesidades del entorno.


Relevancia clínica del SNA

El SNA tiene un papel esencial en la salud general, ya que su desregulación puede estar implicada en diversas condiciones médicas:

  • Trastornos cardiovasculares, como la hipertensión o la insuficiencia cardíaca.
  • Alteraciones metabólicas, como la diabetes, donde la neuropatía autonómica puede afectar varios órganos y funciones.
  • Enfermedades neurológicas, incluidas las neurodegenerativas, que pueden alterar el equilibrio autonómico y producir síntomas multisistémicos.

Comprender el funcionamiento del SNA es clave para el abordaje clínico de estas patologías, tanto en su diagnóstico como en el tratamiento integral del paciente.


Aplicaciones en terapias manuales y enfoque neurocientífico

El conocimiento del sistema nervioso autónomo es especialmente útil en el contexto de la osteopatía, la fisioterapia y otras terapias manuales. Mediante técnicas específicas, es posible influir en la regulación autonómica, favoreciendo una mejor adaptación del sistema nervioso, reduciendo el estrés, aliviando el dolor y mejorando el estado general del paciente.

Este enfoque integrador permite intervenir no solo sobre los síntomas, sino también sobre los mecanismos que los generan, contribuyendo a una recuperación más profunda y duradera.